Maratón de Lisboa. Crónica de 42 kms por la costa portuguesa.

     He corrido maratones con tiempos bastante mejores al que he hecho en ésta, que no me han reportando tanta satisfacción como la que obtuve el pasado domingo en la Maratón de Lisboa.


      Algunos temores fundadores por comentarios de compañeros y amigos que ya la habían corrido, como la humedad, el perfil, la alta posibilidad de viento o el traslado a la línea de salida era algo que no me quitaba el sueño pero sí me inquietaban. Desde que llegué a Lisboa el sábado todos esos miedos fueron cayendo en cuanto todo ha salido a la perfección.

       Como digo anteriormente, el sábado por la mañana, nada más llegar a Lisboa con la familia, me dirijo a retirar el dorsal con el único traspiés que puedo contar. En el reglamento indicaba que se retiraba en la Expo Villaje, por lo que entiendo que es la zona más moderna de la ciudad y me planto en el Parque de las Naciones, en donde tuvo lugar la Expo de Lisboa. Al llegar no veo movimiento y hablo con Luis, compañero del club, y me cuenta que es en el barrio de Belem, justo la otra punta.

        Por fin en el lugar correcto me encuentro una enorme fila de gente sólo para entrar en la feria del corredor, pero hay que decir que se movía muy rápido y en poco más de 5 minutos ya estaba dentro. Otros diez minutos de espera en la cola para retirar el dorsal y un poco más de espera para retirar la bolsa del corredor. Sí, algo de espera, pero no se hacía pesada. La bolsa de corredor contenía una camiseta Umbro de calidad y bastante chula y algo de publicidad. Eché en falta algún tipo de revista o folleto que recogiera toda la información de la carrera.


         Como ya conocemos Lisboa, el resto de día lo dedicamos a dar un suave paseo por la Plaza de Comercio, ya que estaba a unos 20 minutos de donde nos hospedamos. He de decir que en todo momento he intentado olvidar que iba a correr una maratón y he huido de rituales y cuidados típicos de estas pruebas. Unicamente hice una semana deportiva mucho más suave, con dos rodajes suaves y un día de series. En mi cabeza instalé la idea de que iba a correr una carrera más, como un domingo cualquiera, intentando así evitar presión y autoexigencia. Como ya conté en la anterior publicación, mi preparación específica para este día había sido prácticamente nula.

      Aunque me acosté pronto no conseguí dormir bien. Concilié el sueño tarde y  desperté mucho antes de las 5:00, que era la hora a la que puse el despertador. Me levanté a las 4:30 y aproveché para adelantar media hora todo lo programado. A las 5:40 ya estaba en la calle caminando hacia la estación Cais de Sodre, para coger el tren que me llevaría a la salida, en Cascais, así cogería el tren de las 6:00 en lugar del de las 6:15 como tenía previsto inicialmente. La salida de la carrera es a las 8:00.




      Ante algunos comentarios de que con el transporte público se llegaba muy justo a la salida, quise asegurar y coger un tren bien temprano. Comentar que el transporte público es gratuito presentando el dorsal de la carrera y que desde las 5:30 había trenes cada 15 minutos dirección a Cascais. Por tanto, ese temor derribado por los hechos.

        Pensando que el tren iba a ser sólo para mí, ya que era muy temprano y que el metro no empezaba a funcionar hasta las 6:30, me sorprende al llegar a la estación la gran cantidad de corredores que estan entrando a la vez que yo y que al entrar en la tren cogí un asiento de milagro y que muchos hicieron el viaje de pie o sentados en el suelo. Ese tren parecía una torre de Babel con gente de multitud de nacionalidades.

       Al llegar a Cascais (6:40 horas) está lloviendo suavemente por lo que opto, junto a más corredores, por permanecer en la estación hasta que pare. A las 7:10 por fin deja y me dirijo a la salida donde dejo el chandal en el guardarropas y caliento un poco antes de meterme en la calle de partida.



       En el cajón de menos de 3 horas hay poca gente y puedo situarme delante. A falta de 5 minutos entran los élites, se cortan las cintas y estoy prácticamente debajo del arco de salida. Todo listo para empezar a correr.

      Cuenta atrás y comenzamos. En lugar de partir ya hacia hacia Lisboa la carrera se desplaza 5 kms más hacia el oeste para hacer un giro de 180º y volver a Cascais, esta vez por la zona costera, habiendo recorrido así ya 10 kms. En ese punto está mi compañero del trabajo Fran que me anima y me graba un vídeo.

      En ese primer tramo de carrera he corrido por sensaciones, según lo previsto, buscando el ritmo en el que me encontraba cómodo. Esos 10 primeros kms los he corrido a un promedio de 4:07. Me fijo la barrera de referencia en 4:15, que sería llegar a meta en 3:00. 



     Con unas vistas espectaculares de la costa sigo corriendo a lo que quieran las piernas, como si tuvieran reprogramadas que son 42 kms en total. Soy consciente de las altas posibilidades de topar con "el muro" pero el experimento de ver hasta donde aguanto ya está en marcha.

      Disfrutando enormemente del recorrido entramos en Estoril, donde ya sé que toca algún tramo con subida. En esas rampas el ritmo baja incluso a 4:40 pero se compensa con las posteriores bajadas en donde corro por debajo de 4:00, siempre sin forzar, sin modificar la intensidad, con las mismas "revoluciones".

       En el km 15 me he tomado un gel que me ha sentado de maravilla y me hace correr muy fácil hasta el km 20. Hay avituallamientos cada 5 kms y me hidrato abundantemente en todos. Paso la media maratón en 1 hora y 27 minutos. Esta es una barrera psicológica que paso con buenas vibraciones, ya que mantengo la media de 4:07 y me siento con fuerzas.



        A partir de aquí los avituallamientos son cada 2,5 kms, y ya estoy deseando que llegue el km 25 para tomar otro gel y encontrar de nuevo zancadas fluidas, aunque en esta ocasión los efectos no fueron tan notorios como en el anterior. 

         No voy en ningún grupo; de hecho, de los corredores que alcanzo a ver con la mirada nadie va en grupo. Cada cual corre por su cuenta aunque también es cierto que con tanta gente corriendo siempre tienes la estela de alguien que te sirve de referencia.

        Llega otra barrera psicológica: el km 30. En este punto ha bajado algo el ritmo y el promedio ahora está en 4:08. Se notan en las piernas el paso de los kms, correr ya no es tan fácil, pero no siento peligro de que vaya a reventar, todavía me queda fuelle. Hasta ahora he disfrutado bastante de todos los detalles y aunque ahora me cuesta más pongo esfuerzo en que así sea. Las sensaciones aún me permiten correr alrededor de 4:15

         Me tomo el último gel en el km 32,5. Un poco antes de lo previsto (km 35) pero sentía que sino podía ser demasiado tarde para que hiciera algo de efecto. La referencia visual es el puente 25 de abril, pasado el mismo quedarán 4 kms. Voy echando cuentas y casi tengo el sub 3:00. Tendría que correr casi a 5:00 de ritmo para no conseguirlo.



        El paso por Belem no fue tan placentero como me hubiese gustado. Aún así, aún tuve energías para responder con una señal a un atleta italiano al que adelanté y me preguntó dónde estaba la Torre de Belem. Es el km 36 y ya voy corriendo a más de 4:20, pero me siguen saliendo las cuentas y puedo mantener la intensidad, aunque hay algunos  avisos musculares.

         He pasado por debajo del puente, quedan 4 kms y aún corro a menos de 4:30. ¡Ahora sí que sí! ya lo tengo garantizado. He dejado el punto crítico de casi todas mis maratones, el km 37, en donde me tengo que parar a estirar.

        Iluso de mi, mi isquiotibial derecho me tenía guardada la sorpresa para el km 40. Se me empieza a "subir la bola" y me tengo que parar con urgencia. ¡No puede ser! Realmente me es imposible echar a correr y no me puedo creer que tras 40 kms de esfuerzo lo tire todo por la borda. Estiro unos instantes, me pasa el globo de las 3:00, me pregunta si estoy bien y le digo ok con el dedo. "¡Los cojones voy a estar bien!" pensé. Intento correr otra vez, acorto la zancada y tomo una postura un poco encorbada para no forzar tanto al isquio.

        Parece que todo vuelve a la normalidad, he salvado el escollo y ahora sí me dirijo a meta. Aunque he perdido unos segundos parece que el sub 3:00 sigue vivo y entro en el último km. Se escucha ya la música de meta pero el último tramo es adoquinado, para hacerlo más fácil.

        Llego a la Plaza del Comercio y a falta de unos 300 metros el reloj marca 2:58. Aunque ahora en frío parece claro, en ese momento parecía que no me iba a dar tiempo a llegar a meta en dos minutos. Se alarga un poco la recta para girar y entrar de lleno en la plaza pasando bajo el Arco de Rua Justa y ahí cruzar la meta, recibiendo los ánimos de Sergio y Ana, con un tiempo de 2:59:06, a 4:15 de media, puesto 107 de más de 4300 corredores y terminando muy satisfecho  y feliz. Aquí la clasificación.

       Conseguido el "combo": disfrutar y hacer buen tiempo en esta maratón que recomiendo hacer a quien tenga la posibilidad, sólo hay que estar dispuesto a madrugar y ha llegar a los sitios con bastante tiempo de antelación.