Diez Mil de La Vinosilla. Del optimismo al reventón. (Crónica)

     Es curioso cómo el factor psicológico te puede echar al traste una competición aún cuando físicamente estás en un momento excepcional. Carreras que vas a ver qué sale, sin ninguna expectativa y la bordas y otras en las que estás a tope y te crees que sólo puede ir genial y terminas muy por debajo de donde sabes que tenías que estar. Esto último es lo que me ha pasado hoy en el Diez Mil de La Vinosilla, a las afueras de Plasencia.


Entrando en meta. Foto: Natalia Bueno


      Aprovechando unos días de disfrute por la zona del Jerte me inscribí a esta carrera de la que tan bien me habían hablado. Confiando en que me encontraba en muy buenas condiciones para hacer una gran competición, los días previos fui muy meticuloso  con lo que debe ser una preparación a una prueba. Me iba a presentar a un 10k bien medido y prácticamente llano en el que podía salir un buen tiempo.

    Con unas condiciones excepcionales de temperatura y viento nos disponemos a tomar la salida desde el Club La Vinosilla (un club deportivo a las afueras de Plasencia). Los primeros metros son un giro al propio club para que el circuito pueda salir de 10 km. Se sale muy rápido y, como siempre, me veo adelantado por mucha gente, pero antes de terminar esa vuelta al club ya he rebasado a numerosos atletas y he encontrado mi sitio en carrera.

Con Fran antes de tomar la salida. Foto: Ana Mª García


     Por delante Canelada se distancia pronto y enseguida se prepara su victoria en carrera, por detrás Jose Manuel Cabrera haciendo lo propio con el segundo puesto,  a continuación un grupo de cinco corredores y a pocos metros por detrás yo. Hasta ahí había llegado acercándome poco a poco a ese grupo. 

     El primer km sale en 3:32. Rápido pero lo achaco a la rápida salida y no le doy mucha importancia. Sigo intentando dar alcance al grupo, que lo tengo a 10 metros, con la intención de una vez llegar hasta él sentirme arropado y correr más fácil por la inercia. El siguiente km también en 3:32.

     Llego a estar muy cerca pero no consigo conectar y así el tercer km en 3:33. Ya me doy cuenta de que no voy a llegar hasta ellos y que su carrera es distinta a la mía... ¡pero ya es tarde! Decido olvidarme de ellos y correr mi carrera, con la expectativa de correr sobre 3:36 o 3:37 hasta el final, pero no fue así.

      He pecado de optimismo corriendo esos kms mucho más rápido de lo que debería correr un 10 mil y he gastado demasiada energía. Las pulsaciones se han disparado y ahora corro totalmente sólo. Quedan más de 6 kms que se van a hacer muy largos.

Podium Veteranos C. Foto: Ana Mª García.


        Las piernas dicen que ya sólo tienen para correr a 3:55. Se me pasa por la cabeza lo peor, echar a andar, pero confío en que en algún momento recuperaré sensaciones y correré más rápido. Esto nunca llega a darse, pero como lado positivo tengo que en la primera parte de la carrera he ganado mucha distancia con los que me siguen y no se ve a nadie a lo lejos.

         De aquí hasta meta fue un verdadero calvario en el que sólo me motivaba que en meta me esperaba mi familia. Los kms los pienso en tiempo, es decir, en el km 7 pensaba "me quedan 3 km, a ritmo de 4:00 son 12 minutos ¡sólo 12 minutos más!" y era la única forma de ver alcanzable la meta.

          Por fin llegamos otra vez al club La Vinosilla, miro por última vez atrás y ahora sí que viene corredores, pero ya no hay distancia para que puedan alcanzarme. Y por fin cruzo la meta, con un tiempo de 37:16, siendo 8º de la clasificación general y 2º de mi categoría de edad.

         Y así ha sido como sintiéndome enorme por un gran estado de forma no he sabido calcular y dosificar las fuerzas, cuando ésta es mi gran baza cuando compito. Qué fácil hubiera sido correr por sensaciones y hacer más rápido los últimos kms si hubieran sobrado energías, pero esto es así, la experiencia a veces nos hace correr como novatos.