Semanas de más de 120 kms, o lo que viene a ser una media de 20 por entrenamiento, con sufridas series largas, largas tiradas y suma de muchas horas dedicadas a ello solo adquieren sentido cuando el objetivo que te has propuesto es realista y, sobre todo, alcanzable. Concretamente el mío para este año era rebajar la marca del 2015, 2:48:38.
Tras cuatro semanas de preparación he llegado a la conclusión de que el objetivo es inalcanzable. No estoy asimilando los entrenamientos como quisiera y completarlos con éxito se me hace difícil. Podría conseguir casi con seguridad un 2:53 o un 2:55, que ya es un exitazo, pero tan cercano lo del año pasado no me motiva lo suficiente como para tanto sacrificio. Así que prefiero trabajar otros aspectos antes que la larga distancia.
Alguien me sugería que lo intentara por si acaso, pero la maratón no es una carrera que deje mucho margen al factor suerte. A la mala suerte si deja mucho pero a la buena suerte apenas nada, sobre todo si no has entrenado como debieras. En otra carrera suena la flauta y sales victorioso, pero la maratón es historia aparte. Por eso la hace una carrera única.
Las condiciones personales no han cambiado, son las mismas, así que si tuviera que haber una razón probablemente sea una mala programación de la temporada y haber gastado demasiadas balas preparando la Media Maratón Elvas-Badajoz y ahora las piernas acusan el esfuerzo.
Así que sí, tomaremos la salida, pero con el único aliciente de colaborar con mi amigo y compañero Fran para que logre su objetivo haciendo de liebre los kilómetros que consiga aguantar su ritmo.