Va pasando la temporada rápidamente, prácticamente sin que nos demos cuenta. Las fechas navideñas parece que ya son un lejano pasado, los carnavales también son historia, sin que nos demos cuenta empezarán a subir las temperaturas y entraremos en el tramo final de la temporada. Es triste que el tiempo se nos escape de las manos tan rápidamente, pero en estos tiempos en los que vivimos tan deprisa es la cruda realidad.
Y siendo consciente de ello es por lo que digo en el título de esta entrada que ésta es la última oportunidad en media maratón. Pasada la media de Sevilla, con una muy buena carrera pero con un tiempo inferior a lo que preveía, tras la Media Maratón de Montijo, sólo nos quedará la de Mérida, pero no es un perfil favorable como para hacer marcas. Después llegará la Maratón y a continuación (esperemos que no antes) la alergia, lo cual supone, salvo contadas ocaciones, decir adios a ritmos altos y probablemente tener que hacer un parón.
Pero ahí está, a tres días vista, una media maratón homologada con un perfil totalmente llano y, lo principal, con piernas preparadas para que salga el mejor de los tiempos previstos. Ya ocurrió cuando participé en la primera edición de esta prueba, cuando por primera vez paraba el cronómetro por debajo de 1 hora y 19 minutos. Aquí contaba como conseguí aquel 1:18:58.
Curioso que lo que hace justo dos años me parecía un tiempo estratosférico sería casi un fracaso repetirlo ahora. Es verdad que es un tiempo que muchos desearían, pero cuando sabes que estás para hacerlo mejor sólo cabe tener esa ambición para poder conseguirlo. Con unas condiciones normales, en todos los sentidos, estimo que el tiempo debiera estar en 1 hora, 17 minutos y unos pocos segundos.
Ultimamente me estoy notando más lento, aunque lo achacaba al incremento de kms semanales y las tiradas que estoy haciendo para garantizarme no sufrir en la Maratón de dentro de un mes. Pero esta misma semana he ganado mucha confianza tras las series de mil metros del martes, que comenzaba sin mucha fe y pocas ganas y salió lo siguiente:
La estrategia a seguir es .... pfff ¡estrategia! No hay planes, no hay ritmo previsto, sólo correr a lo que las piernas quieran en cada momento, tirando siempre de sensaciones. El único matiz previsto es salir un poco más rapido de lo habitual los primeros metros para que no se me vaya ahí un tiempo imposible de recuperar más adelante.
Ya os contaré el domingo nada más terminar la carrera en la página de Facebook de Entre Dorsales y Endorfinas y, más tarde, en la crónica en este mismo blog.