Este domingo me presentaba en el Cuartel de Botoa para correr la prueba de media maratón del V Desafío San Fernando. Hace ya algún tiempo un dorsal de un compañero quedó en el aire y yo, fruto de la buena forma que disfrutaba por entonces, decidí quedarme con él y cambiarle los datos a mi nombre.
Ahora, a estas alturas de temporada, en pleno mes de abril las condiciones físicas son totalmente opuestas.
Así, la media maratón se me hizo muy cuesta arriba. A pesar de que los primeros 10 kms me defendí como pude, intentando guardar para la parte final de carrera, estaba corriendo muy por debajo del nivel habitual. Aunque no notaba todavía cansancio en las piernas ni fatiga al respirar, los ritmos eran lentos.
Los primeros kms los hice con Fran, a su vez haciendo "la goma" con Santano y Patapalo. Sería el km 5 cuando Fran me dice "hasta luego Maricarmen" y se va hacia adelante a dar alcance al grupo de atletas que corría delante nuestra. Al poco Santano se va alejando y, posteriormente, se me va Patapalo a pesar de sus ánimos. Pero ya se lo dije "con llegar a este ritmo a meta me conformo".
La facilidad con que se me fueron y abrieron distancia me señalaban que, aunque creía que iba a buen ritmo, no iba ni para atrás.
Ya corriendo solo paso por primera vez por meta. A pesar de todo corría en séptima posición. Al empezar el último tramo, dentro del cuartel, me voy encontrando en sentido contrario con los atletas que van detrás mía. Las distancias son grandes, insalvables en condiciones normales. Pero es a partir de ahí cuando empiezo a naufragar.
Los atletas que más cerca iban de mi empiezan a darme alcance. De respiración no voy mal pero la sensación de pesadez en las piernas es grande. A partir del km 15 los ritmos ya son de 5 minutos el km y hace ya mucho tiempo que me olvidé de competir para llegar a meta trotando. Realmente es que no había para más.
Aquellos atletas con los que me crucé a mitad de carrera y estaban a distancia insalvable me han alcanzado y revasado todos. Yo mientras tanto intentaba disfrutar del bonito recorrido por dehesa de encinas que nos brindaba el circuito por el campo de maniobras, y durante el tiempo que tardaba en llegar a meta me dio para tomar una decisión: Necesito descanso.
Esto era algo que no me lo planteaba hasta ahora. Consciente de mi bajo rendimiento actual me visión era no dejar de entrenar y mantener un mínimo de forma para cuando llegaran fechas mejores. Pero analizando la situación decido hacer un parón por varias razones:
- Correr tan por debajo de mi nivel no tiene sentido. Y no lo tiene porque no lo hago intencionadamente para disfrutar, sino porque además de que estoy lento lo hago sufriendo.
- Muscularmente estoy muy tocado. Cuando no me duele aquí me duele allá, fruto de dos maratones prácticamente seguidas más los treinta y tantos kms por montaña en Montánchez.
- Estoy falto de motivación. Pasado el reto de las maratones se hace un vacío de objetivos de cara al futuro próximo que hace difícil ver sentido a hacer entrenamientos de calidad.
- En algún momento va a tocar hacer un descanso y éste se presenta como un momento inmejorable para hacerlo.
Así que desde el lunes estamos en modo desconexión, con el deseo de que las ganas por correr tarden en volver para que me dé tiempo a recuperarme físicamente. Si las ganas vienen antes de tiempo ya me buscaría una excusa para justificar la vuelta a los entrenamientos y me falta fuerza de voluntad para quedarme sin correr.
Es tiempo de analizar lo sucedido todos estos meses, de quedarse con lo positivo y aprender de lo menos bueno, de decidir cómo se va a entrenar cuando retomemos, de olvidarse de objetivo y, sobre todo, es tiempo de descansar físicamente.