A mí sí me gusta la Navidad

     Entramos en diciembre y, aunque hace algunos días que los centros comerciales se han adelantado, es ahora cuando empezamos a respirar ese aroma a ambiente festivo que nos depara la Navidad. También es ahora, y cada vez más frecuentemente, cuando se escuchan muchas voces que están en contra de estas fechas, aunque esto puede tener cierta justificación si se ha perdido a alguien querido o ha acontecido algo desagradable recientemente, o si no tan recientemente, sí en estos mismos días en años anteriores. Pero hay simplemente a quien no le gusta porque no, y punto, sin más razones y es algo muy respetable porque para gusto están los colores. Luego está quien de palabra dice que no le gusta la Navidad pero luego la celebra de una u otra manera, algo que es muy contradictorio.

      
      Por contra, e independientemente del carácter religioso de estos días, están los que la Navidad les evoca buenos momentos, disfrutan viviéndola de una u otra manera. En este grupo me incluyo yo, además soy del subgrupo minoritario que intenta vivirla también desde la fe. Pero ya digo, si alguien no lo hace desde la creencia, pero los adornos, los villancicos, la luminosidad de las calles, las reuniones familiares y con amigos, y otras muchas cosas características consiguen sacar la mejor calidad humana de esa persona ¡Bienvenida la Navidad!. Hay quien dice en forma de crítica que sólo somos  buenos una vez al año, cuando llegan estas fiestas, y yo digo que si toda la parafernalia navideña sirve para al menos seamos mejores aunque sea unos días pues adornemos hasta el último rincón que esté a nuestro alcance porque al menos eso habremos conseguido, mejor poco que nunca.

         ¡Qué curioso!, Jesús vino al mundo para arrojar luz a la oscuridad, para mostrarnos el camino para ser mejores personas y estas fechas conmemoran dicho nacimiento y, a su vez, es en estos días cuando hasta los que no celebran dicho hecho son capaces de dar lo mejor de ellos para con los demás. Vaya, vaya... da que pensar, ¿no es así? Y además todos nos sentamos a la mesa con nuestros seres más queridos el 24 de diciembre, día de Nochebuena, día que nació Jesús, celebrando por todo lo alto la felicidad de juntarnos al menos ese día, con grandes ágapes para el paladar... ¿Realmente sómos conscientes de que celebramos? Seguramente sí, aunque no lo creamos, pero si no fuera así es lo mismo, vamos a quedarnos con lo positivo, y es el ambiente familiar y hogareño que todo lo envuelve. 

         Veis que no es necesario ser creyente para disfrutar de la Navidad, y eso es algo muy grande porque hace que los que creemos y los que no nos pongamos de acuerdo para celebrar algo y seguir con esta magnífica tradición, hace que se multiplique nuestra bondad, hace que se potencien nuestros sentimientos positivos hacia el prójimo y eso es magnífico. Es por todo esto que a mí, pese al bombardeo comercial, me sigue encantando la Navidad.  ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!