Termina 2020, el año en que corrimos por devoción.

      Estamos a punto de finalizar este año 2020 y creo que todos estaremos de acuerdo en que el deseo de que así sea y con muchas esperanzas puestas en el 2021. Seguro que a título particular ha sido especial por algún motivo para muchas personas, pero en términos colectivos ha sido un verdadero desastre y vamos a arrastras sus consecuencias durante mucho tiempo.



       Si extrapolamos esta misma reflexión a nuestro ámbito deportivo, este año se ha llevado por delante las carreras populares, los entrenamientos multitudinarios, el correr libremente por cualquier lugar sin sentimiento de culpa o, lo que es lo mismo, se ha llevado nuestra esencia de runner. 

        Sin embargo, como siempre que se nos presenta un panorama negativo, a modo de supervivencia, tratamos de encontrar qué es lo positivo que nos aporta. Pero ¿qué tiene de positivo 2020 si no puedo competir, si no puedo quedar libremente con quien yo quiera, si me miran mal si corro sin mascarilla? Pues lo positivo es que, a pesar de todo esto, no hemos dejado de entrenar. Claramente me refiero al atletismo popular, en donde no hay carreras o, si las hay, poco se parece a lo que conocíamos.

         En el pasado, antes de que todo esto pasara, algunas veces me preguntaba si habría tanta gente corriendo por las calles y por los parques si no hubiese competiciones, si no hubiese esa motivación de terminar una media maratón, de llegar a meta lo antes posible, de ver a tu grupo en las carreras... Llegué incluso a escribir un artículo en este blog en el que dudaba de subsistir únicamente con la fuerza de voluntad. Pues a día de hoy, yo al menos no conozco a nadie que haya dejado de correr porque no haya carreras.

        Debemos quedarnos con el mérito que tiene seguir entrenando casi a diario siendo el objetivo disfrutar corriendo y a la vez cuidar nuestra salud física y mental, y no el llegar preparado a una competición. Y no estamos hablando de correr un ratito suave y ya, sino que hablamos de corredores y corredoras que hacen entrenamientos de calidad y tiradas largas hasta terminar exhaustos, como si dentro de dos semanas disputaran la carrera de su vida. Hace algunos meses escribía sobre qué nos impulsa a entrenar en tiempos de cuarentena.

       Quedémonos con ese dato de 2020: El año que tuvimos la fuerza  voluntad de seguir entrenando a pesar de todo, el año que corrimos por verdadera devoción.