Cómo corrí una tirada de 62 kms

     Hoy os voy a contar una aventura que tuvo lugar el pasado 22 de noviembre en la que hice la tirada de kilómetros más larga de mi vida: 62 kilómetros. Ese día se rompieron muchos esquemas sobre la preparación para larga distancia y, una vez más, me demostré que, en ocasiones, las limitaciones están en nuestra mente. Os paso a contar cómo corrí una tirada de 62 kms. 

Con Ricci y Ángel en el km 60. Foto: Nando Vivas

     Todo surgió con un reto personal que se marcó mi amigo/"primo 2º" (de cuando tienes un amigo pero por parte de las parientas eres además familia) Manolo Ricci, y yo me ofrecí a acompañarle en su locura. En principio iban a ser más de 70 kms, pero posteriormente bajamos nuestras pretensiones porque podría resultar algo inasumible y nos arriesgábamos a no completar el recorrido. Hay que decir que ni él ni yo habíamos hecho una distancia más larga que una maratón, aún así tenía más de dos meses y medio por delante para prepararnos.

      Para la preparación Ricci sí había hecho semanas de bastante carga de kilómetros para lo que estamos acostumbrados, pero por mi parte me fui confiando y la preparación se basó en semanas de 50 o 60 kms incluyendo una tirada larga semanal de entre 20 o 30 kms. También mi obligué a hacer bicicleta un día a la semana.

        Llegado el día, empezamos a correr a las 6:30 hora sin presión de ritmo o tiempo pero con una consigna clara: correr a un ritmo asequible y tranquilo pero sin que fuera tan lento que nos supusiera estar más horas de las necesarias corriendo, porque igual podríamos sufrir corriendo más rápido de la cuenta que si nos pasamos de tiempo haciendo ejercicio. Salimos del Parque del Guadiana dirección a Elvas, hasta el acueducto, para regresar al lugar de partida y de ahí ir hasta Valdebotoa y regresar por otro camino distinto. 

        Empezamos de noche y nos acompaña Angel Palo con su bicicleta y con una mochila extra XXL que nos sirve para aligerarnos de carga a los que vamos corriendo. La primera parada de avituallamiento está prevista en el acueducto, a los 18 kms. 

Momento de partida. Foto: Ángel Palo.

        El trayecto hacia Elvas es muy bonito cuando salimos a la carretera. Es de noche y está despejado, se pueden apreciar claramente las estrellas y la localidad portuguesa iluminada al fondo. Le pedimos a Angel que apague la luz de la bicicleta pues las líneas de la carretera se distinguen con facilidad en la oscuridad. Vamos muy frescos y charlando, corriendo muy cómodos, con 5:10 minutos por km como velocidad de crucero. El día es ideal, no hace mucho frío y nada de viento.

        Hemos llegado al acueducto una hora y media después de la salida, previa subida del "Pagapouco", casi sin enterarnos. El cielo anuncia que el Sol está a punto de salir. Hacemos una parada de alrededor de 10 minutos en la que tomamos alguna barrita energética, frutos secos y nos hidratamos, aunque ya habíamos bebido algo mientras corríamos. Chequeo de estado, ¿todo bien?, pues continuamos.

Llegada al acueducto de Elvas. Foto: Ángel Palo.

       Salimos de Elvas y cuando empezamos a bajar empieza a salir el Sol creando una bonita estampa que recoge muy bien con su cámara Angel. Las piernas ya se han soltado del todo, la ligera pesadez inicial ya no existe y regresamos a Badajoz. Continuamos charlando, tenemos tiempo para hablar de todo y solucionar el mundo, y ahora la velocidad de crucero se establece automáticamente en alrededor de 4:50, la cual mantendríamos exactamente hasta el km 54. 

       Cuando estamos llegando a la frontera hacemos una breve parada técnica de unos segundos. Mientras corremos ingerimos líquidos y la vejiga tiene un límite de capacidad. En ese momento miro el reloj y llevamos ya 30 kms, lo cual comento con mis compañeros lo asombroso que es que con esa distancia en las piernas pareciera como si lleváramos poco. Como comentaba al principio se trata del poder que tiene la mente en estos casos.

      Si hubiésemos planeado hacer sólo 30 kms, en ese punto estaríamos ya cansados y deseando terminar, pero sabiendo que se trataba de la mitad del recorrido y que aún teníamos por delante la otra mitad, el cuerpo nos pedía volver a arrancar y devorar zancadas y más zancadas.


        La segunda parada de avituallamiento la hacemos en el punto desde el que partimos 3 horas y 5 minutos antes. Unos diez minutos son suficientes para comer (el cuerpo me pide frutos secos) y beber tranquilamente, aprovechando que ya era una hora decente para llamar a casa y decir que todo va bien y aventurando una hora prevista de llegada. Después de más de 36 kms no voy a decir que estamos como una "rosa" pero tenemos la sensación de que aún quedan muchos kms "fáciles" por delante y que la barrera del sufrimiento está lejos.

        Salimos hacia Valdebotoa por los caminos paralelos al río Gévora. Allí aparecen Juanjo y Rober que ha salido a buscarnos para apoyarnos durante unos kms. Mientras vamos hablando veo que pasamos la barrera de los 40 kms y vuelvo a comentar que me parece increíble que con tal distancia en las piernas vamos corriendo a menos de 5:00 y charlando como si nada hubiera pasado. 

           Pasamos Gévora y subimos por el arcén de la carretera de Cáceres hasta llegar a pistas asfaltadas que acompañan al canal que pasa por Valdebotoa. Ya no están Juanjo y Rober y las conversaciones son mucho más breves y con menos frecuencia. Estamos en un momento de supervivencia en el que el ritmo de crucero sigue estando por debajo de 5:00 pero ya no se corre fácil.  Decidimos que la tercera y última parada la haremos en el puente de los Ahogos, un kilómetro antes de Valdebotoa.

Último kilómetro del reto. Foto: Nando Vivas

     Cuando paramos llevamos ya 48 kms y 4 horas y 8 minutos desde que salimos. Termino la bebida isotónica que me había preparado en casa, pero gracias a que Angel llevaba una botella grande pensando en nosotros pude beber lo que realmente necesitaba. Después de tantos kms y haber comido bien anteriormente ahora me siento como con el estómago lleno, aún así decido comer un plátano que traía Ricci para afrontar el último tramo. Avisamos en casa de que en poco más de una hora estaremos de vuelta al Parque del Guadiana si no hay ningún contratiempo. Volveremos por otra pista asfaltada distinta a la que hemos llegado al punto actual.

     Empezamos de nuevo, dejamos Valdebotoa atrás y el camino gira la izquierda en claro regreso al punto en que debemos finalizar. Estamos en la parte más dura, ya no hay conversación que valga y el cansancio muscular es acusado. Nando nos llama para saber por donde íbamos y salir a nuestro encuentro. También quiere ser partícipe activo de la aventura. 

     En el km 54 sucede un punto de inflexión. Entramos en fase de sufrimiento y, como consecuencia, el ritmo se ralentiza. Ahora las únicas palabras son de ánimo, de que ya queda poco, que nuestras familias nos están esperando, es momento de llegar como sea. Tras algunas aclaraciones Nando consigue dar con nosotros y supone una gran dosis de ánimo. Llevamos más de 55 kms pero ahora cada km es como una losa que nos aplasta, aún así estamos convencidos de que vamos a llegar.

 

    Entramos de nuevo en Badajoz, buscamos los caminos que van junto al río y que nos conducirán hasta la entrada en el parque. Dicha entrada se produce tras 62 kms y 5 horas y 27 minutos después de salir, por lo que es evidente y justificada la emoción de ver a nuestras familias esperándonos. Y entre aplausos finaliza nuestra aventura-locura muy satisfechos de lo conseguido.

      Particularmente, de este reto saco unos datos que me harán meditar a la hora de replantearme la forma de entrenar. El dato más claro es cómo sin hacer muchos kms, con las tiradas largas y la bicicleta he conseguido un fondo y una fortaleza suficiente para completar este reto de forma muy digna. Además, cuando me planteo entrenos rápidos los hago sin problemas. Puede todo esto suponer un cambio a la hora de planificar mis entrenamientos y llevar a cabo aquello de "menos es más".