Estamos metidos de lleno en verano. Esa época del año en el que los más afortunados tienen la posibilidad de pasar unos días fuera de casa para desconectar de la rutina y regresar con las pilas cargadas. Ya sea a la playa, a la montaña o a nuestro pueblo de origen esos días saben a gloria porque nos olvidamos de agendas, nuestros horarios son más flexibles, casi la totalidad del tiempo es disfrute y diversión, dejamos atrás las costumbres diarias de todo el año .... ¡un momento! ¿disfrute y diversión? ¿costumbre diaria? ... ¿me estas hablando de correr?
Y aquí es donde se nos presenta un dilema cada vez que hacemos una salida. ¿Echo las cosas de correr a la maleta?. Es verdad nos apetece desconectar de todo, incluso del running. Nuestra familia o pareja nos puede lanzar cuchillos con la mirada si le decimos que vamos a correr en nuestras vacaciones, y en los horarios que tenemos en mente para esos días no tenemos inicialmente reservado ningún hueco para hacer deporte porque queremos pasar el mayor tiempo compartiendo experiencias con nuestra familia. Sumamos que en periodos vacacionales bajamos el nivel de entrenamientos y competitivo y no entrenar durante unos días no nos supone mucho. Casi tenemos una fórmula matemática:
x + y = no me llevo las zapatillas
Estos son planteamientos a priori que nos pueden decantar a dejar atrás las zapas en nuestro viaje. Pero ahora vamos a pensar desde la experiencia de ocasiones anteriores que hemos hecho salidas y veremos cómo sí que hay ocasiones en que puedes llegar a pensar: "... si me hubiera traido mis zapatillas ahora sería el momento".
A pesar de dejar la rutina diaria atrás, algunas personas tienen programado su despertador biológico y despierta mucho antes que el resto de los acompañantes. Las opciones que se barajan son permanecer en la cama con ojos de buho dando vueltas, levantarse a cruzarse de brazos para no despertar al resto, ir a dar un paseo por los caminos del monte o por el paseo marítimo de turno... Pero esta última opción es la más cruel porque es donde sueles acordarte de tu "traje de romano" y de que sería bonito hacer eso mismo pero corriendo a un ritmo tranquilo. ¡Con lo que nos gusta explorar nuevas rutas corriendo!. Ya es para retorcerse si tú vas paseando y te vas cruzando con gente que ha salido a dar zancadas con el frecor de la mañana.
También encontramos un tiempo muerto una vez que cae la tarde y regresamos de la playa, piscina, río, etc y nos preparamos para afrontar la tarde noche. Mientras el resto se ducha, o hace esa parada de media tarde viendo la tele o haciendo cualquier cosa para cambiar el chip del bañador al de vaqueros y camisa, ahí, es otro de los momentos en que nos acordamos de nuestras añoradas zapatillas y nuestro amado gps y de lo ingénuos que fuimos por no haberlos metido en la maleta.
Sacamos como conclusión que el planteamiento de desconectar de todo en vacaciones no es malo, todo lo contrario, es necesario; que nuestra pareja o familia se merece que compartamos el tiempo con ellos y no los dejemos plantados por irnos a correr. Pero es verdad que siempre se presentan momentos de "tiempo muerto" en el que si hacemos una pequeña salida a correr nadie va a reparar en ello y nosotros vamos a enriquecer enormemente nuestro recuerdo de unas buenas vacaciones.
Dicho esto, mi consejo personal es que aunque no tengas pensado salir a hacer deporte eches el material deportivo a la maleta. Si finalmente no lo usas ¡enhorabuena!, significará que el 100% del tiempo lo has aprovechado a tope y no te ha sobrado ni siquiera un rato. Pero lo más probable es que se presente algún momento de tiempo libre en que sí se puede salir a correr y agradecerás haber incluido las zapas en tu equipaje. En este último caso otro consejo personal: no salgas a entrenar, sal a disfrutar corriendo y saborear el entorno fusionándolo con tu hobby favorito, a un ritmo adecuado que permita que lo que se grabe en tu memoria sea lo que tienes ante tus ojos y no las malas sensaciones mientras corrías.
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