Experimentando con el "no descanso"

     Transcurría la primera semana del año e iba encadenando un día de entreno tras otro y, como excepción, decidí completar la semana haciendo un pleno al 7, sin ningún día de descanso. A esta semana se sumaban los últimos dos días del año, por lo que habían transcurrido 9 días consecutivos de entrenamiento. Siendo algo inusual en mí, decido continuar la racha a modo de ensayo, que consistiría en salir a entrenar a diario corriendo o en bicicleta, experimentando con el "no descanso".

Hasta el día 29 entrenando todos los días de enero menos uno


    Vaya por delante que yo soy defensor a ultranza de, al menos, un día de descanso semanal en el que el cuerpo asimile los entrenamientos anteriores y recupere fuerzas para poder así rendir cada vez mejor. Pero sin competiciones a la vista, ni si quiera a medio plazo, y siempre en busca de algún reto que me aporte algún aliciente para entrenar, veía factible probar este método y comprobar que consecuencias positivas o negativas conllevaría.

     Durante casi este mes no he echado en falta ese día de descanso, si bien en algún rodaje rápido o algún entrenamiento de series he notado que corría un tanto más lento de lo habitual. Por lo demás no notaba cansancio e iba alternando, como siempre, rodajes suaves, entrenos rápidos, tiradas largas y algún día de bicicleta.

       Viendo que todo iba bien y que, aun perdiendo un día de chispa, estaba consiguiendo a diario ese plus que te aporta el deporte de airear las ideas y despejar la mente, no me planteaba parar y veía un reto atractivo continuar un día sí y otro también mientras no hubiera competiciones. Pero esta última semana, de forma progresiva, las llamadas de mi cuerpo me han ido alertando de que había que poner fin al experimento si quería seguir disfrutando del deporte.

      Tras un traspiés en bicicleta el pasado fin de semana con consecuencias en el abductor, esta semana me la planteé de rodajes suaves, pero aún así no conseguía ir más allá de un ritmo excesivamente trotón y finalmente el viernes, saliendo a correr con mi perro Zuma, reventé definitivamente y aunque corría a 5:30 me costó Dios y ayuda llegar a casa, mientras Zuma corría como una gacela mirando extrañado para atrás porque no conseguía seguirle.

       Han sido 30 días entrenados sobre 31 totales, únicamente con un día sin actividad debido a que me fue imposible salir. Como experimento está bien, ya sé lo que se siente, pero para disfrutar a tope de correr, al menos para mí, es imprescindible el descanso.