Crónica de la III Carrera Sierra de Montánchez. De nuevo en la montaña.

      Realmente esta carrera me caía a contrapie y no se presentaba en el momento idóneo. Recién salido de dos maratones prácticamente seguidas, dos semanas después me iba a meter 30 kms por montaña. Pero me lo tomé como un modo de correr divirtiéndome y sin objetivo ni presión ninguna. Desde hace dos semanas, que fue la maratón de Badajoz, prácticamente no había entrenado y estoy en modo relax. Así que en esta carrera la misión era correr por la naturaleza, seguir aprendiendo del trail y llegar a meta sano y salvo.

Buenas caras antes del comienzo

        La salida era temprano, a las 9:00, así que tocó madrugar para llegar con tiempo y le sumábamos la hora menos de sueño, por lo que la "empanada mañanera" era grande. Así tomamos la salida con tranquilidad, los primeros metros por la localidad de Arroyomolinos el pelotón va agrupado y hasta el km 2,5 no empieza la fiesta. La subida las hago corriendo y en cuanto la pendiente se vuelve acusada me pongo a caminar. La premisa es que una carrera tan larga es una prueba de resistencia y gastar energía en la primera parte carecía de sentido.

        Iba bien posicionado, todo iba viento en popa hasta en el km 7, alguien del grupo grita "¡por aquí no es!". Tocaba des-andar y además cuesta arriba unos 200 metros. Nos habíamos saltado una entrada a una finca en la que, ahora sí, estaba el voluntario pero no lo estuvo cuando pasamos. Habíamos perdido posiciones pero aún quedaba mucho, se podía recuperar. Pero unos 500 metros más adelante otra vez camino equivocado. Se había colocado una baliza en un cartel y el viento la estaba ocultando detrás de éste. Pero no contentos, poco más adelante otra pérdida, aunque esta más corta. En definitiva, en menos de un km había corrido casi 500 metros de más y habría perdido unos cinco minutos.
La Sierra de Montanchez invitando a ser asaltada.

        A partir de ahí decidí no fiarme nada más que de mi orientación e ir mirando las balizas que marcaban el camino atentamente. Ya no me volví a perder. Lección aprendida: no te fies de corredores que van delante tuya y no dejes de mirar balizas.

         El resto de carrera fue una constante lucha por adaptarme a un terreno al que no estoy acostumbrado. Corriendo en subida gano mucho respecto al resto, pero bajando lo pierdo todo. Así fui casi hasta el final adelantando y siendo adelantado por el mismo grupo de atletas según fuera subida o bajada. Cuando había un terreno en donde se podía correr a ritmo constante también conseguía sacar ventaja. Confiaba en que tenía una "bala en la recámara", mi fondo ganado preparando la maratón y que debía salir en el tramo final de la carrera.

Ultimos metros de la carrera. Literalmente molido.

         Particularmente resaltar el tramo más duro de la carrera. La llamada subida a las antenas. Una auténtica pared en la que caminar era una proeza, en donde te ibas agarrando a ramas y hiervas para ayudarte. Ahí tardé más de 15 minutos en recorrer 1 km. Parecía que no iba a terminar nunca, entraban ganas de ponerse a llorar, pero por fin se coronó. Ahí nos encontramos con un avituallamiento que sabía a gloria bendita.... (hasta que el voluntario dijo "deja el vaso aquí que los estamos reutilizando" ¿?) 

         A partir de ahí se acabaron las fuertes subidas y prácticamente era bajar 8 kms hasta línea de meta. Algunos tramos de bajada muy técnicos, con rocas sueltas, obligaban a extremar precauciones, además que a estas alturas (km 25) la musculatura estaba muy resentida y los impactos de la bajada eran muy molestos. Me adelantan tres o cuatro atletas en la bajada, los mismos con los que llevo adelantando y siendo adelantado casi desde el principio, pero parece que esta es definitiva pues estoy para pocas batallas ya.

         Y cuando parecía que estaba todo el "pescado vendido" se empieza a cumplir mis presagios que antes comentaba sobre el fondo maratoniano. Del km 26 al 28 una subida sin mucha pendiente en la que se podía correr. Me veo con potencia para correr, y además puedo hacerlo con facilidad. Así consigo adelantar (una vez más) a los atletas de siempre. Y veo que ya no voy a volver a verlos pues los veo tocados y caminando y yo estoy corriendo con cierta soltura.
Clasificación de los 50 primeros.

        A partir del km 28 todo bajada en donde se podía correr. Algunas zonas más técnicas y difíciles, pero siempre corriendo. Esto me permite coger ritmo y poner velocidad de crucero. De ahí hasta meta voy alcanzando progresivamente a gente. El ver de lejos a alguien y notar que yo iba más rápido me daba energías y sólo era cuestión de correr sin forzar para alcanzarlos. Así en este tramo de 4 kms alcanzaría a 5 o 6 atletas más.

         Por fin llegamos a Arroyomolinos. Miro atrás y nadie puede ya alcanzarme, pero estos metros finales se me hacen interminables. Muscularmente voy muerto y adaptar la zancada a correr por calles me estaba haciendo polvo. Hasta que por fin cruzo la meta, habiendo recorrido 32,7 kms en 3 horas y 42 minutos. Puesto 33 y 12º de mi categoría. 

         Una gran aventura pero que realmente se me ha hecho larga. Quizás influya también en esta sensación de carrera interminable el cansancio acumulado en los últimos meses y sobre todo en el último mes. Ahora mismo me planteo si me merecen la pena estas carreras tan largas. Respecto a la carrera, discurre por un paraje precioso aunque la niebla no nos ha dejado disfrutar de las vistas desde las alturas. Organizativamente hay margen de mejora en algunos aspectos.

          Ahora a seguir relajando la mente en cuanto a objetivos y disfrutar del atletismo día a día sin pensar en tal o cual prueba, únicamente disputando las que se vayan presentando y apetezca. A continuación los datos recogidos por mi GPS