Alma indomable hambriento de kilómetros

    Cosas que pasan en el mundo del deporte, que las lesiones forman parte del juego y siempre nos toca a todos, más tarde o más temprano, más grave o más leve, pero nadie está libre de caer en la parte más antipática del deporte, en mi caso del atletismo.

    Soy una persona muy "caliente" cuando se trata de practicar atletismo, me gustar probar los límite, flirtear con el riesgo, saber hasta donde soy capaz. Nadie se sorprende cuando les comunico  que me he lesionado pues todos los que me conocen saben que soy un "loqueras" sin control y que lo raro es que no esté en más ocasiones en el dique seco.

     Tengo un grupo maravilloso de amigos en el atletismo que constantemente me están dando consejos y yo los escucho de buen agrado, todos quedan a buen recaudo pero unos son seguidos y otros no. Pero es que cuando mes a mes voy notando que voy a más y más, que por momentos siento que nunca antes he estado mejor de forma física, que cada vez que miro las estadísticas de carreras y entrenos descubro que progresivamente voy corriendo más rápido de lo que hubiera imaginado poco tiempo atrás, es difícil decir aquí me paro. O al menos para mí es muy difícil. Es una constante curiosidad de saber en dónde está mi límite ya que a día de hoy aún no he alcanzado el punto más alto ha donde soy capaz de llegar. Mi gesta más sonada aún está por llegar. ¿Cómo puede uno decir NO?

       La última grave lesión que me hice fue una inesperada torcedura de tobillo. Ahí si estaba decaido y pesimista, pues una inesperada piedra se cruzo en mi camino y truncó la posibilidad de hacer una gran temporada. Pero ahora me siento optimista y cargado de positivismo, además de porque la lesión no reviste ninguna gravedad, porque me la he producido yo mismo, en el camino del exceso, saboreando kilómetros y kilómetros uno tras otro, tras durísimas jornadas de entreno que he disfrutado en cada milimetro recorrido. En definitiva, que he disfrutado de lo lindo merodeando el riesgo, así que me quiten lo "bailao".


      Es por ello que, a día de hoy, no me arrepiendo de nada de lo que he hecho de aquí para atrás y que ha desembocado en una sobrecarga de caballo. Está claro que en otra ocasión lo haré de otra manera que no conlleve estar parado un tiempo y modificaré algunos aspectos, pero que nadie espere que este alma indomable va a dejar de hacer locuras, de medir sus fuerzas, de ponerse a prueba,... de conocer sus límites.
Seguiré siendo Flören, la cabra loca del grupo.